Cuando llegaste y me agarraste por la espalda,
sentí hasta el más ligero roce de tus manos en mi piel,
sentí tu cálido aliento rozando mi nuca...
Cuando llegaste sin avisar, y sin pedir permiso,
te instalaste en mi vida,
como si toda la vida hubieras estado en ella...
Cuando llegaste, te sentaste en mi corazón a esperar una respuesta positiva a tu favor,
con la esperanza de poder recibir un sí,
pronunciado por mis labios...
Cuando llegaste, observaste, y te fuiste.
Te fuiste.
No sé si por miedo, inseguridad, o tal vez te cansaras de llegar y esperar...
Pero...
Cuando te fuiste, yo quedé vacía, sin esperanza ni vida...
Y esperé a que llegaras de nuevo.
Pero no lo hiciste y entendí, que era mi turno para llegar y esperar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario