lunes, 8 de febrero de 2016

Pueden pasar mil años...

Puede que ya no sea una niña, que esté envejeciendo, como todo el mundo, porque a todos nos pasan los años.
Puede que esté más gorda, más delgada, que sea pequeña o que esté más alta, porque los años pasan.
Puede que mi pelo esté echo un desastre, que no esté liso, ni rizoso, que el aire lo haya despeinado, que me lo haya teñido, que no esté tan corto o que haya crecido y lo haya cortado, porque he cambiado cada año.
Puede que mi ropa sea varias tallas más grande o pequeña, que esté desgastada o perfecta.
Puedo vestir ancho, ajustado, puedo ir pija o informal, con pantalones anchos o vestidos ajustados, cualquiera puede ponerse cuatro trapos, cada uno tiene su gusto, porque con el tiempo vamos cambiando.
Puedo llevar gafas o lentillas, o nada, lo que necesite.
Puede que mis uñas estén pintadas y arregladas o puede que no.
Puede que en mi rostro haya maquillaje o simplemente no lleve nada.
Puedo llevar unos zapatos andrajosos o realmente nuevos y brillantes.
Puede.
Pero qué importa cómo vista, cómo peine, si llevo gafas o si estoy gorda, si estoy maquillada o cualquier cosa que veas en mi fachada, porque realmente es lo que es mi aspecto, un disfraz, el cual tratamos de embellecer para que nos acepten.
Puede que no pueda permitirme mejorar mi aspecto o que no sepa o que crea que está bien porque así me gusta.
Lo que está claro es que pueden pasar mil años, puedo tener más o menos, pero yo seré la misma con o sin, porque puedes mejorar tu presencia, pero tu carácter y tu personalidad (o falta de ella) acabarán viéndose detrás de esa máscara.
Pueden pasar mil años y mil más que yo seguiré siendo la de siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario