jueves, 17 de marzo de 2016
Ella
[…] El tenía la sonrisa triste. No creas que no me he fijado que cuando estoy con él no es tan triste. También he notado como me mira, más de mil veces lo he sorprendido.
Al principio apartaba sus ojos rápidamente como si no le hubiera pillado, pero ahora la mantiene. Su mirada fija en mí. Más aún cuando me tapaba la cara al reír. Le veía a través del escudo de mis dedos o de mi pelo, muerta de vergüenza. Sin embargo en realidad no lo veo, porque suele esconder su mirada tras unas gafas de sol oscuras, pero de todas formas disimula fatal.
He notado que cada vez que me río, su boca se tuerce ligeramente hacia la izquierda en una pequeña sonrisa. Tal vez sean ilusiones mías pero… Lo he visto parpadear varias veces cada vez que lo pillo mirándome y otras veces escucho su risa disimulada, fingiendo que no lo he descubierto.
Muchas veces lo veía acompañado por sus amigos haciéndose bromas y cuándo algo le hacía mucha gracia se agarraba la barriga y echaba su cabeza hacia atrás, lo cual hacía que sus gafas se cayeran y mostraba esa mirada pícara. A veces me veía mirándole y me guiñaba un ojo, a mí me encanta cuando lo hace, con ese descaro, y yo, cómo no, con mis mejillas coloradas.
Alguna que otra vez, cuando estoy concentrada, noto unas manos en mis ojos e instintivamente sé que es él para decirme que sonría y que no baje la cabeza avergonzada.
Sé que si estoy mal será el primero en espantar mi tristeza, vendrá y la estrangulará con sus abrazos fuertes.
No sé cómo he llegado a quererlo tanto en tan poco tiempo, que desde el día que choqué con él, es como si se hubiera metido dentro de mi piel, siendo parte de mí.
Como si aquel día su sonrisa triste colisionara con mi timidez y colapsaran. Dándo nueva energía a nuestra vida.
Y no sé si él lo sentirá así, si creerá que estoy loca, si me dirá que no, pero para mí ya no es mi amigo, sino algo más…
Si me dice que sí, dejará de tener la sonrisa triste. […]
Él
[...] Se tapaba la cara cada vez que reía. Me recordaba a mí años atrás. Yo siempre le decía que no lo hiciera, que era más bella cuando reía. Ella sólo me miraba y mostraba una tímida sonrisa.
Una vez alguien me dijo que nunca dejara de sonreír porque las cosas siempre pueden ir peor si no las tomas con buen humor. Hasta ahora nunca lo he olvidado. Y ella merece que se lo diga.
Tiene unos ojos únicos, a donde quiera que vaya llaman la atención de cualquiera que sepa apreciar las cosas hermosas. Me he fijado tantas veces en ella. Cuando está sola, va seria, incluso triste, pero cuando va acompañada siempre está sonriendo, contagiando su alegría. Es curioso como reacciona el cuerpo al reír. Por ejemplo cuando ella ríe, sus mofletes se hinchan haciendo que sus ojos se achiquen. Y brillan, sus ojos tienen magia y siempre muestran algo de esperanza. Cuando se pone nerviosa o tímida baja la cabeza y siempre tengo que decirle que quiero ver sus ojos, que no los oculte al mundo. Pienso que es porque tiene miedo a que le hagan daño. A veces me quedo en silencio viéndola dormir, otras sin embargo la miro cuando canta, haga lo que haga siempre es hermosa.
En la calle suele ser una chica tímida y cuando está en confianza siempre alocada. Y no me canso de observarla. Es parte de mí aunque aún no sea consciente. A veces se mira al espejo y tengo que gritarle para que me haga caso o me escuche. Otras veces ni se mira porque no le gusta lo que ve y no se valora. Pero tengo que agitar la mano delante de su cara o apretarla en un fuerte abrazo para que se dé cuenta de que estoy con ella. De que tiene que quererse más. Yo seré su amor propio, su amigo, su confidente, seré lo que ella quiera. Algún día se dará cuenta de lo que hago por ella, yo no le diré nada. La quiero. Y se dará cuenta.
Además, ahora ya no se tapa la cara cuando se ríe [...]
Cerrar los ojos para ver
Es imposible evitarlo…
Cada vez que cierro los ojos veo el pasado, mí pasado. Y no me reconozco. Cuánto tiempo a pasado y qué es de aquella chica tímida y enfadada con el mundo. Aquella que tenía miedo de ser ella misma, aquella que temblaba y a la que le fallaba la voz cada vez que tenía que decir una palabra ante cualquier persona, aquella que se sentía como una idiota ante cualquier situación por creer que siempre hacía las cosas mal, la que cada vez que se ponía nerviosa no sabía ni su nombre…
Pero no nos engañemos, esa chica sigue estando, en el fondo, escondida, superada, siendo parte de lo que es ahora. Ahora es distinto los miedos siguen estando pero bajo sus pies. Ha aprendido a estar sola y afrontar sola todo, aunque también ha aprendido el significado de las palabras familia y amistad y sabe que no puede confiar en la lealtad y sinceridad de todo el mundo. Solo de unos pocos. Ha aprendido. Lecciones y traiciones. Retos diarios. Fracasos, disgustos. Pero ante todo intentando llevar siempre una sonrisa. Aprendiendo que lo importante en la vida es disfrutar al máximo cada momento, aún haciendo el idiota. Risas y amor. Cada segundo repleto de felicidad.
Da igual mi pasado o mi futuro, lo importante es lo que soy ahora, sin olvidar nunca de dónde vengo.
Por eso siempre cierro los ojos…