[...] Se tapaba la cara cada vez que reía. Me recordaba a mí años atrás. Yo siempre le decía que no lo hiciera, que era más bella cuando reía. Ella sólo me miraba y mostraba una tímida sonrisa.
Una vez alguien me dijo que nunca dejara de sonreír porque las cosas siempre pueden ir peor si no las tomas con buen humor. Hasta ahora nunca lo he olvidado. Y ella merece que se lo diga.
Tiene unos ojos únicos, a donde quiera que vaya llaman la atención de cualquiera que sepa apreciar las cosas hermosas. Me he fijado tantas veces en ella. Cuando está sola, va seria, incluso triste, pero cuando va acompañada siempre está sonriendo, contagiando su alegría. Es curioso como reacciona el cuerpo al reír. Por ejemplo cuando ella ríe, sus mofletes se hinchan haciendo que sus ojos se achiquen. Y brillan, sus ojos tienen magia y siempre muestran algo de esperanza. Cuando se pone nerviosa o tímida baja la cabeza y siempre tengo que decirle que quiero ver sus ojos, que no los oculte al mundo. Pienso que es porque tiene miedo a que le hagan daño. A veces me quedo en silencio viéndola dormir, otras sin embargo la miro cuando canta, haga lo que haga siempre es hermosa.
En la calle suele ser una chica tímida y cuando está en confianza siempre alocada. Y no me canso de observarla. Es parte de mí aunque aún no sea consciente. A veces se mira al espejo y tengo que gritarle para que me haga caso o me escuche. Otras veces ni se mira porque no le gusta lo que ve y no se valora. Pero tengo que agitar la mano delante de su cara o apretarla en un fuerte abrazo para que se dé cuenta de que estoy con ella. De que tiene que quererse más. Yo seré su amor propio, su amigo, su confidente, seré lo que ella quiera. Algún día se dará cuenta de lo que hago por ella, yo no le diré nada. La quiero. Y se dará cuenta.
Además, ahora ya no se tapa la cara cuando se ríe [...]
jueves, 17 de marzo de 2016
Él
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